Huella minera: narrativa histórica del Valle de Aburrá | La Tierra contada | Parque Explora |
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Aunque hoy no es la principal actividad económica y el paisaje urbanizado rodea las riberas del río Medellín, desde antes de la llegada de los españoles, los pobladores nativos del Valle de Aburrá extraían oro y esmeraldas.
En el valle, con cerca de 60 kilómetros de extensión, y con alturas de 1300 metros sobre el nivel del mar en Barbosa y hasta 3000 metros sobre el nivel del mar en algunas montañas circundantes, como el Alto de San Miguel de Caldas, la minería moderna comenzó a desarrollarse principalmente durante la época colonial española, con un enfoque inicial en la búsqueda de oro y otros metales preciosos. Durante los siglos XIX y XX, la actividad minera en el Valle de Aburrá experimentó un auge significativo con la explotación de recursos como el oro, plata, cobre, y más tarde, materiales de construcción como el mármol y la caliza. Este auge minero contribuyó al crecimiento económico de la región y atrajo a numerosos trabajadores y empresarios. Sin embargo, la actividad minera también trajo consigo impactos negativos, como la degradación ambiental, la contaminación del agua y del suelo, así como conflictos sociales relacionados con la propiedad de la tierra y los derechos de los trabajadores. A medida que avanzaba el siglo XX, la minería en el Valle de Aburrá fue perdiendo relevancia debido a factores como el agotamiento de los recursos, la competencia con otras regiones mineras y los avances tecnológicos que cambiaron la demanda de materiales. En el Valle de Aburrá existen pequeñas operaciones mineras y se continúa extrayendo materiales como el mármol y la caliza. En La tierra contada, un espacio mensual de la Sociedad Colombiana de Geología, veremos cómo la historia minera de la región ha dejado un legado en su paisaje y en la memoria colectiva de sus habitantes, y de qué forma su influencia sigue siendo evidente en la configuración actual del territorio y en la vida cotidiana de la población. |