Autopsia de una negociación |
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Madrid, 25 jul (EFE).- Tras la inaudita y fracasada negociación, casi en tiempo real, entre el PSOE y Unidas Podemos en busca de un gobierno de coalición que salvara la investidura de Pedro Sánchez, el Congreso ha acometido hoy una insólita autopsia al cadáver de la coalición, rematado por los 155 noes mayoritarios de la derecha.
Nunca antes se había ocupado la Cámara de una tarea semejante, con todas las tripas de las ofertas y contraofertas de ambas partes puestas al aire sin pudor, en medio del hemiciclo, ministerios, competencias, los ingresos del Estado, porcentajes, y todo por boca de sus mayores protagonistas, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. El dictamen sobre la causa de la muerte, más allá de ese otro 155 que ha acabado por ahora con la expectativas del candidato para continuar en La Moncloa, ha sido dispar. Si el líder socialista ha atribuido el deceso a Iglesias al reprocharle que haya desaprovechado una "oportunidad histórica" por querer "dos gobiernos en un gobierno", el líder de Podemos ha rechazado de plano esta acusación al asegurarle que ellos solo querían "competencias, no sillones". El desencuentro ha sido muy patente en los rostros y actitudes de ambos durante el debate previo a la votación, con un Pablo Iglesias extremadamente serio, que casi no ha hablado con nadie, salvo con el teclado de su móvil, y que apenas ha mirado a Sánchez excepto cuando le ha negado con la cabeza cada vez que le recriminaba algo. Al intervenir ha usado el plural "nosotros" para explicar su versión de los hechos, mientras Sánchez no ha aludido al partido morado y siempre se ha dirigido al "señor Iglesias" cuando le ha negado que darle las carteras como Sanidad o Igualdad sea una "humillación" o le ha remarcado que no formará Gobierno "a cualquier precio". Pedro Sánchez se traía ya puesto el respaldo unánime de su grupo y ha recibido un largo y sostenido aplauso antes de que tomara la palabra como primer orador. Pero en el caso de Iglesias, cuando los de Unidas Podemos le han aplaudido para celebrar su discurso, el líder de IU, Alberto Garzón, no lo ha hecho, y sólo al final se ha puesto de pie para dedicarle unas muy desganadas palmas. Los semblantes serios e incluso preocupados de Sánchez, su Gobierno en funciones y muchos socialistas tenían enfrente las caras más distendidas de los diputados del PP y Ciudadanos. Albert Rivera ha seguido hoy enrocado con su matraca de "la banda" de Sánchez al achacar el fracaso de la investidura a diferencias por el "botín" de este grupete, mientras la aportación de Pablo Casado a la necropsia ha consistido en denunciar la "encarnizada lucha por el poder" que según él ha forjado "una de las páginas más lamentables" de la reciente historia de España. "Aquí uno de la banda", se ha presentado Gabriel Rufián, de ERC, nada más subir a la tribuna, dejando uno de los pocos momentos divertidos en la mesa inoxidable de los forenses, para decirle a Iglesias que tres ministerios daban mucho juego (sin que el de Unida |