A veces hay películas que, sin ser obras maestras, se convierten para siempre en un referente para toda una generación. Y los que tuvimos la suerte de crecer en los años ochenta no podremos olvidar nunca lo bien que lo pasamos con el simpático Gizmo y los no tan amistosos "Gremlins". Aquellos mogwai que se reproducían por mitosis acuática y se convertían en unos 'golfos del diez' si comían después de medianoche, forman parte de nuestra vida a caballo entre los sueños del niño y las pesadillas del adulto. Y es que hay secretos de este mundo que deben de continuar ocultos y no deben revelarse a la gente porque la reconocida estupidez, la irresponsabilidad del Ser Humano y su innato poder destructor es incompatible con la supervivencia de la mayoría de las cosas hermosas. Jerry Goldsmith puso música a las divertidas andanzas de estas bolas peludas en aquella loca navidad de 1984 en la nevada localidad de Kingston Falls ¡que la disfruten!